Iyambae FM

lunes, 13 de marzo de 2006

La muerte de Milosevic

Pocos dirigentes del mundo contemporáneo han sido más vilipendiados que Slobodan Milosevic, el líder del pueblo yugoslavo en su lucha por la unidad nacional contra los intentos imperialistas de astillar la patria común en pequeńos estados impotentes, colonizados y traspasados por odios mutuos abonados con sangre humana.

El único crimen de Milosevic, sin embargo, es haberse opuesto a esa destrucción de Yugoslavia, haber librado denodada lucha contra el racismo, la limpieza étnica y la división de su país para beneficio del imperialismo alemán y del imperialismo norteamericano.

La invasión de la OTAN a Yugoslavia fue un preanuncio de la actual invasión pirática a Iraq. Pero en esos tiempos, aún había mucha gente que prefería creer las mentiras propaladas por el sistema de medios imperialistas. Y así como el mundo creyó que Perón era un fascista, también creyó que Milosevic era un genocida.

La campańa de difamación se orquestó con todos los condimentos. No solo la prensa imperialista más tradicional, sino también (y muy acentuadamente), algunas izquierdas, formaron parte del esfuerzo bélico contra el supuesto -genocida de los Balcanes. Entre esas izquierdas no solo hay que contabilizar a las diversas formaciones de la socialdemocracia: recordemos al PSOE espańol Javier Solana gozando ante las masacres de la OTAN, bombardeo de la Luftwaffe en Belgrado incluido… Ąy en el aniversario del bombardeo nazi de 1942!.

También hubo -izquierdistas revolucionarios y hasta -trotskistas que atacaron al heroico pueblo yugoslavo (y finalmente al último bastión de la unidad yugoslava, el pueblo serbio) en la figura de su líder político, acusándolo de ser el último stalinista supérstite. ĄQué imbéciles quienes así actuaban! No fue una revolución proletaria (ni podía serlo) lo que sobrevino en Yugoslavia con la caída del -dictador. Por el contrario, ese país que alguna vez era un ejemplo interesantísimo de independencia nacional y economía mixta, hoy es una ruina sanguinolenta donde el viento aún esparce partículas de uranio empobrecido.

En realidad, los latinoamericanos debemos considerar a Slobodan Milosevic un verdadero Solano López de nuestro tiempo. (Los que deseen saber quién era Solano López, vean la historia de la Guerra de la Triple Alianza -conocida entre los buenos hijos de esta tierra como Guerra de la Triple Infamia- contra el Paraguay independiente, masacre genocida llevada a cabo entre 1865 y 1870 por una coalición oligárquica rioplatense-esclavócrata, por cuenta de Gran Bretańa).

Para completar la obra de gran guińol político en Yugoslavia, las potencias occidentales prácticamente secuestraron a Milosevic de un remanente de Yugoslavia que había sido puesta de rodillas (y al cual ni siquiera se le ha permitido conservar el nombre de Yugoslavia…), lo llevaron a Holanda y lo sometieron a juicio ante una corte ilegal e ilegítima, financiada y organizada por la OTAN, es decir por el agresor del pueblo yugoslavo. Es como si una corte financiada por la CIA juzgase a Hugo Chávez en caso de haber vencido los golpistas de Carmona.

Ni siquiera así lograron demostrar nada contra Milosevic. Muy por el contrario, lo que quedó totalmente en claro es que los cargos por genocidio (y todos los demás) eran fraguados. Todas y cada una de las pruebas presentadas contra un acusado al que ni siquiera se le permitió organizar a su gusto la defensa fueron rebatidas en una batalla legal verdaderamente homérica. Y ahora, Milosevic ha pasado al contraataque.

Con su salud deteriorada, encerrado en condiciones de hostigamiento permanente, aislado y casi sin ayuda, este hombre está salvando el honor del pueblo yugoslavo ante el mundo, y en realidad está salvando el honor de la humanidad en su conjunto frente a las fuerzas más perversas que jamás hayan existido sobre el planeta: las fuerzas del sistema global de saqueo imperialista, exponente el más perverso de un régimen productivo, el capitalista, que hace ya un siglo largo que no tiene nada bueno que ofrecerle a la humanidad.

Néstor M.Gorojovsky

FUENTE

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